sábado, 29 de agosto de 2009

No te rindas (XVIII)

“Gracias por acompañarme”
Hombre, es cuestión de responsabilidad.
“De nada, Julia”
“Si te quieres ir y no esperarme, no te preocupes. Cojo un taxi”
“¿Cuánto vas a tardar?”
Pregunta equivocada, pero, en el fondo posible.
“No lo sé, Alberto. Depende del oncólogo”
Como si no hubiera dolido. Por lo menos, hay que disimular para atenuar el dolor.
“Te espero”
“No hace falta”
“Julia, de verdad, no te preocupes”
Ni tú. No te preocupes…
“Gracias…”


XVIII. Alberto y los juegos
Alberto está esperando a que Julia termine en la consulta. Alberto ha sido amablemente invitado a pasar, pero él ha preferido dejar que Julia conozca sola los resultados, en la intimidad.

Alberto considera que si el médico le tiene que confirmar un cáncer de mama, es mejor que él no esté presente. Si quisiera llorar o reaccionar de alguna forma desencajada, Julia debe poder hacerlo en paz, sin el agobio de tener que parecer fuerte ante su marido.

Alberto espera, optimista. Sabe que, en el fondo, todo irá bien. El iPhone, de todas formas, es un buen compañero en los momentos de espera y aburrimiento. A través de iPhone, Alberto puede actualizar su estado de Facebook. “Ojalá salga todo bien”. Puede mostrar toda su preocupación. También puede contestar a la curiosa invitación de Laura. “¿Qué animal eres?”

El test, a modo de ver de Alberto, es una solemne chorrada. Pero Alberto lo completa y descubre que es un gato. ¿Un gato? Alberto no sabe muy bien por qué, pero le ha salido que es un gato. Alberto, además, manda un mensaje a Laura. “Divertido el test, soy un gato”. Laura, evidentemente conectada al ordenador, responde casi inmediatamente. “Lo sé, aparece en tu perfil”.

Las barreras se han deshecho ante los ojos de Alberto. “¿Tan mal van las cosas entre Jorge y tú?” “Es lo de siempre. Lo tomamos y lo dejamos cada dos por tres”. “Espero que todo se arregle”. “Yo también”. “¿Qué edad tienes?” “15, pero mi madre dice que parezco mayor. ¿Y tú?” Buena pregunta. “La verdad, bastante mayor. Tengo 45 años”.

A Laura le gustaría saber cómo era Jorge de niño. Alberto responde que como todos los niños. “Ya, pero era travieso, tranquilo… ¿Cómo era Jorge de niño?” ¿Niño? ¿Cuándo? ¿Con qué edad? Alberto recuerda con precisión cuando Julia y él le llevaron de urgencias al hospital porque tenía más de cuarenta grados de fiebre. Tenía tres años, Jorge. “Era muy tranquilo”.

“¿Quieres jugar?” Alberto no juega. “¿A qué?” “Te hago tres preguntas y me tienes que contestar. Tómate tu tiempo, pero eso sí, tienes que ser sincero”. “Y yo, ¿podré hacer lo mismo?” “Claro, ése es el juego”.

Julia sale de la consulta, visiblemente aliviada. Con los ojos húmedos, pero con un esbozo de sonrisa, se acerca a Alberto. No tiene cáncer. Todo ha sido un gran susto. Como el que se ha llevado Alberto, al tener que guardar rápidamente su iPhone.

Alberto y Julia se suben al coche otra vez. La paz vuelve a dominar, todo ha sido un susto. La vida continúa. El eje central de su matrimonio se mantiene firme, sólido: mujer, marido, padre y madre.


Creative Commons License
No te rindas by Marco Odasso is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

No hay comentarios: