viernes, 12 de diciembre de 2008

Vida de parado




No tengo tiempo ... Preparo la comida, me quedo encallado con los textos de la home ... ¡Coño! ... Son las nueve ya y ni he puesto a fuego lento el sofrito ... Planes de negocio ... Planes de vida ... La máquina me engulle ... La vida me parece tener cuerpo y con un cierto buqué a fresas silvestres ... Teléfono ... Nada, papel higiénico acabado ... Madre ... Tintes a impresora ... Ayudas ... El dinero no abunda ... Es una plétora de sabores ... ¿Te gusta? ... No sé si alegrarme ... El mail habla claro ... A las 22.00 empieza la película ... Capitaliza, Marco, capitaliza ... Jorge se levanta para irse a su casa ... Esperanzas ... Y yo me pregunto ... Compro por 149 euros mi futuro ... Javier aguanta ... Tengo 171 amigos ... Quiero más ... Bésame ... Hay que llenar de agua la plancha ... Qué calor ... La máquina vive, independiente ... “Soy yo” ... Me gusta ... Me lleno la boca de soliloquios ... ¡Se vende! ... Te ofrezco más ... Me cierra el súper y el caldo está empezando a hervir ... Mi primo aparece, tan quinqui ... Eres un dandi ... Me gusta Police, me recuerda a ti ... Bajo a por tabaco, pero el estanco está siempre abierto ... Padezco ... ¿Por qué no te quedas? ... Discutámoslo, en el fondo, es cuestión de negociar ... Percibo, en la sombra, la cara de mi siguiente víctima, porque me hará feliz por un momento y pensaré que me hará rico ... Sexo ... ¿Se subvenciona también la saliva? ... Factura que entra, gas que se va ... Te quiero pero no te lo digo, te quiero pero me estoy repitiendo ... El libro me secuestra durante cinco minutos ... Demanda judicial ... Jorge agacha la cabeza, Javier la sube demasiado, ¡demasiado! ... Me cuesta levantarme, pero no puedo quedarme en la cama ... El cigarro se apagó solo ... ¿Te enciendo el piti? ... Ella sonríe ... Vuelo ... Vacío ... Lo consigo ... No ... Sí ... Cebolleta, nada de cebolla para el pollo ... Pienso en mi casa ... Me acuerdo de cómo la montaña se reclina tranquilamente en la playa ... La guerra ha estallado ... Ma vaffanculo, va! ... Estoy vivo ... ¿Te he dicho alguna vez que te quiero? ... Ah, sí ... Por cierto, ¿cuándo cobramos? ... La criba está hecha ... Me siento en el sofá y miro lo que está colgado en las paredes ... Blanco nuclear ... Joder, estoy bien, la verdad ... Ciao, a domani

martes, 9 de diciembre de 2008

martes, 25 de noviembre de 2008

Carta de una madre a un hijo




Me encontré con esta carta, tan tierna, de una madre a un hijo. Es en italiano, y, por eso, he hecho el esfuerzo para traducirla al español, aunque el link en el título es para el original en el idioma de Dante. Creo que merece la pena compartir los sentimientos de amor y cariño de esta mujer, cuyo hijo se encuentra lejos, a saber dónde. Por cierto, me gustaría otorgarle el merito a U Carcamagnu, el que encontró este tesoro, esta perla. Grazie, amico mio!


Querido hijo,

Te escribo estas pocas líneas para que se sepas que te he escrito.

Si recibes esta carta, significa que ha llegado. Si no la recibes, házmelo saber, así te la volveré a enviar.

Escribo lentamente porque sé que tú no sabes leer de prisa.

Hace un tiempo, tu padre leyó en el periódico que la mayoría de los accidentes ocurren en un radio de un quilómetro de casa.

Entonces, decidimos mudarnos un poco más lejos.

La nueva casa es maravillosa. Tenemos una lavadora, pero no estoy segura de que funcione. Justamente ayer metí la ropa, tiré de la cadena y la ropa desapareció completamente.

El tiempo aquí no es demasiado malo. La semana pasada llovió dos veces: la primera durante tres días y la segunda durante cuatro.

En lo que se refiere a la cazadora que me habías pedido, tu tío Piero me dijo que enviártela con los botones hubiera sido muy caro (por el peso de los botones). Entonces los quité.

Si piensas volver a coserlos, te los metí todos en el bolsillo interior.

Tu hermano Gianni cometió una gran tontería con el coche: se bajó y cerró de golpe la puerta, dejándose las llaves dentro. Tuvo que volver a casa para coger el segundo juego de llaves, y, así, pudimos bajar nosotros también del coche.

Si ves a Margherita, salúdala de mi parte. Si no la ves, no le digas nada.

Tu madre ¡que te quiere mucho

P.D. - quería mandarte un poco de dinero, pero ya había cerrado el sobre.

Carta de la madre de un carabiniere*

* carabiniere - miembro de las fuerzas de seguridad del Estado, cuyo cuerpo depende del Ministerio de Defensa. Del estilo de la Guardia Civil en España.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Por fin...

Fue un descubrimiento, lo admito. Durante años fui de los que buscaba sus vídeos (y en este blog se puede comprobar) para volver a reírme con el humor más absurdo de la historia de la humanidad y, ahora, tienen canal oficial en YouTube. Son los Monty Python. Un grupo de cómicos que hizo historia y que ha ido más allá de su propia existencia, al regalarnos un director de primera, Terry Gilliam, y actuaciones estelares por separado en distintas películas. Pensaba poner el vídeo de introducción al canal. Sin embargo, he optado por una de mis secuencias favoritas de Los caballeros de la mesa cuadrada.

viernes, 31 de octubre de 2008

Perdón por este momento friki

Ya lo sé. El vídeo es friki, muy friki... Pero es tremendamente gracioso. Os pongo en situación.

Yo trabajé durante cuatro años y medio en Avid. Avid era (o es aún) propietaria de Softimage, que desarrolla un producto de animación y modelado en 3D. Se usa en el cine y en los videojuegos, por ejemplo.

Pues resulta que Autodesk (propietaria de los dos productos más importantes en cuanto a la competencia de Softimage, 3ds Max y Maya) llega a un acuerdo con Avid para comprar Softimage.

El vídeo enseña la reunión interna de Autodesk cuando se decide la compra.

jueves, 16 de octubre de 2008

Goodbye, my friend

Me gustaría poder decirte que me alegro. Me gustaría, de verdad. Tú, que quisiste mofarte de mi dignidad con excusas pueriles, mintiendo descaradamente y saliéndote, en el fondo, con la tuya.

Me gustaría mandarte a tomar por el culo, hoy, 16 de octubre de 2008. Me debería salir del alma, sentirme satisfecho, en un momento dado, porque se te ha caído el castillo de naipes.

Debería poder desahogarme con una ruidosísima pedorreta, de esas típicas de la comedia barriobajera italiana. Tendría que ser divertido exhalar todo mi desprecio hacia ti.

Debería... Me gustaría... Pero no puedo. Pienso en lo que tú has perdido y sólo puedo compadecerte. Tú, que construiste tu proyecto de la nada, que lo mimaste e hiciste crecer. Esfuerzo vano, my friend. Vano, porque aunque hayas salido acolchonado, mucho más que yo, te has quedado sin aquello que fue tu criatura.

El problema, my friend, es que lo perdiste cuando vendiste tu criatura al pez más grande. Pensaste que podrías ascender aún más en la cadena alimenticia, pero no fue así. De hecho, recuerdo tu cara de agobio. A cambio de venderte, te otorgaron un trozo de la tarta, pero no te diste cuenta de que no era para que te lo comieras. Era para que lo vigilaras. Porque no era tuyo.

Así, hoy, 16 de octubre de 2008, te quedaste sin criatura y sin tarta. Con lo cual, sólo me das pena. Te mantuvieron a baño maría y me difamaste. Yo, el día 1 de octubre de 2008, gané un proyecto, de vida y profesional. Tú, hoy, 16 de octubre de 2008, perdiste el tuyo y, con él, dejaste con el culo al aire a quién sabe cuántos más.

Que mi compasión te acompañe, my friend.

Recordatorio



Éste es un recordatorio para aquel que anoche ganó un debate electoral y que, según parece, podría convertirse en Presidente de Estados Unidos.

"I am happy to join with you today in what will go down in history as the greatest demonstration for freedom in the history of our nation.

Five score years ago, a great American, in whose symbolic shadow we stand today, signed the Emancipation Proclamation. This momentous decree came as a great beacon light of hope to millions of Negro slaves who had been seared in the flames of withering injustice. It came as a joyous daybreak to end the long night of their captivity.

But one hundred years later, the Negro still is not free. One hundred years later, the life of the Negro is still sadly crippled by the manacles of segregation and the chains of discrimination. One hundred years later, the Negro lives on a lonely island of poverty in the midst of a vast ocean of material prosperity. One hundred years later, the Negro is still languishing in the corners of American society and finds himself an exile in his own land. So we have come here today to dramatize a shameful condition.

In a sense we have come to our nation's capital to cash a check. When the architects of our republic wrote the magnificent words of the Constitution and the Declaration of Independence, they were signing a promissory note to which every American was to fall heir. This note was a promise that all men, yes, black men as well as white men, would be guaranteed the unalienable rights of life, liberty, and the pursuit of happiness.

It is obvious today that America has defaulted on this promissory note insofar as her citizens of color are concerned. Instead of honoring this sacred obligation, America has given the Negro people a bad check, a check which has come back marked "insufficient funds." But we refuse to believe that the bank of justice is bankrupt. We refuse to believe that there are insufficient funds in the great vaults of opportunity of this nation. So we have come to cash this check — a check that will give us upon demand the riches of freedom and the security of justice. We have also come to this hallowed spot to remind America of the fierce urgency of now. This is no time to engage in the luxury of cooling off or to take the tranquilizing drug of gradualism. Now is the time to make real the promises of democracy. Now is the time to rise from the dark and desolate valley of segregation to the sunlit path of racial justice. Now is the time to lift our nation from the quick sands of racial injustice to the solid rock of brotherhood. Now is the time to make justice a reality for all of God's children.

It would be fatal for the nation to overlook the urgency of the moment. This sweltering summer of the Negro's legitimate discontent will not pass until there is an invigorating autumn of freedom and equality. Nineteen sixty-three is not an end, but a beginning. Those who hope that the Negro needed to blow off steam and will now be content will have a rude awakening if the nation returns to business as usual. There will be neither rest nor tranquility in America until the Negro is granted his citizenship rights. The whirlwinds of revolt will continue to shake the foundations of our nation until the bright day of justice emerges.

But there is something that I must say to my people who stand on the warm threshold which leads into the palace of justice. In the process of gaining our rightful place we must not be guilty of wrongful deeds. Let us not seek to satisfy our thirst for freedom by drinking from the cup of bitterness and hatred.

We must forever conduct our struggle on the high plane of dignity and discipline. We must not allow our creative protest to degenerate into physical violence. Again and again we must rise to the majestic heights of meeting physical force with soul force. The marvelous new militancy which has engulfed the Negro community must not lead us to a distrust of all white people, for many of our white brothers, as evidenced by their presence here today, have come to realize that their destiny is tied up with our destiny. They have come to realize that their freedom is inextricably bound to our freedom. We cannot walk alone.

As we walk, we must make the pledge that we shall always march ahead. We cannot turn back. There are those who are asking the devotees of civil rights, "When will you be satisfied?" We can never be satisfied as long as the Negro is the victim of the unspeakable horrors of police brutality. We can never be satisfied, as long as our bodies, heavy with the fatigue of travel, cannot gain lodging in the motels of the highways and the hotels of the cities. We cannot be satisfied as long as the Negro's basic mobility is from a smaller ghetto to a larger one. We can never be satisfied as long as our children are stripped of their selfhood and robbed of their dignity by signs stating "For Whites Only". We cannot be satisfied as long as a Negro in Mississippi cannot vote and a Negro in New York believes he has nothing for which to vote. No, no, we are not satisfied, and we will not be satisfied until justice rolls down like waters and righteousness like a mighty stream.

I am not unmindful that some of you have come here out of great trials and tribulations. Some of you have come fresh from narrow jail cells. Some of you have come from areas where your quest for freedom left you battered by the storms of persecution and staggered by the winds of police brutality. You have been the veterans of creative suffering. Continue to work with the faith that unearned suffering is redemptive.

Go back to Mississippi, go back to Alabama, go back to South Carolina, go back to Georgia, go back to Louisiana, go back to the slums and ghettos of our northern cities, knowing that somehow this situation can and will be changed. Let us not wallow in the valley of despair.

I say to you today, my friends, so even though we face the difficulties of today and tomorrow, I still have a dream. It is a dream deeply rooted in the American dream.

I have a dream that one day this nation will rise up and live out the true meaning of its creed: "We hold these truths to be self-evident: that all men are created equal."

I have a dream that one day on the red hills of Georgia the sons of former slaves and the sons of former slave owners will be able to sit down together at the table of brotherhood.

I have a dream that one day even the state of Mississippi, a state sweltering with the heat of injustice, sweltering with the heat of oppression, will be transformed into an oasis of freedom and justice.

I have a dream that my four little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character.

I have a dream today.

I have a dream that one day, down in Alabama, with its vicious racists, with its governor having his lips dripping with the words of interposition and nullification; one day right there in Alabama, little black boys and black girls will be able to join hands with little white boys and white girls as sisters and brothers.

I have a dream today.

I have a dream that one day every valley shall be exalted, every hill and mountain shall be made low, the rough places will be made plain, and the crooked places will be made straight, and the glory of the Lord shall be revealed, and all flesh shall see it together.

This is our hope. This is the faith that I go back to the South with. With this faith we will be able to hew out of the mountain of despair a stone of hope. With this faith we will be able to transform the jangling discords of our nation into a beautiful symphony of brotherhood. With this faith we will be able to work together, to pray together, to struggle together, to go to jail together, to stand up for freedom together, knowing that we will be free one day.

This will be the day when all of God's children will be able to sing with a new meaning, "My country, 'tis of thee, sweet land of liberty, of thee I sing. Land where my fathers died, land of the pilgrim's pride, from every mountainside, let freedom ring."

And if America is to be a great nation this must become true. So let freedom ring from the prodigious hilltops of New Hampshire. Let freedom ring from the mighty mountains of New York. Let freedom ring from the heightening Alleghenies of Pennsylvania!

Let freedom ring from the snowcapped Rockies of Colorado!

Let freedom ring from the curvaceous slopes of California!

But not only that; let freedom ring from Stone Mountain of Georgia!

Let freedom ring from Lookout Mountain of Tennessee!

Let freedom ring from every hill and molehill of Mississippi. From every mountainside, let freedom ring.

And when this happens, when we allow freedom to ring, when we let it ring from every village and every hamlet, from every state and every city, we will be able to speed up that day when all of God's children, black men and white men, Jews and Gentiles, Protestants and Catholics, will be able to join hands and sing in the words of the old Negro spiritual, "Free at last! free at last! thank God Almighty, we are free at last!"

Martin Luther King, 28 de agosto de 1963

miércoles, 15 de octubre de 2008

¿Quién es el jugador de la NBA?


Bueno, he pensado que después de un post tan serio, lo mejor era quitarle un poco de hierro al asunto y regalar un vídeo que a mí, personalmente, me parece bastante gracioso.

Resulta que Devin Harris, estrella de los New Jersey Nets de la NBA, fue retado por un tal Stuart Tanner a un uno contra uno en un playground de Londres. Harris se encontraba en la capital británica con ocasión de un partido de exhibición de su equipo contra otra franquicia de la NBA, los Miami Heat. Os dejo adivinar quién es la estrella de la NBA. Bueno, os doy una pista: lleva chandal...

Las crisis de unos pocos

Me gustaría precisar dos cosas. Primero, éste no pretende ser un cursillo de economía, porque tampoco tengo ni categoría ni formación para ello. Segundo, no estoy promulgando en ningún momento la vuelta al comunismo.

Lo que pretendo hoy es hacer una reflexión sobre la situación actual en la que nos encontramos, ya que la crisis financiera a la que nos vemos sometidos es una señal inequívoca de que el sistema se tambalea. Y no soy yo el que lo dice, sino expertos economistas de reputada experiencia en los asuntos del liberalismo (por favor, no confundamos las cosas, ya que el liberalismo poco tiene que ver con la izquierda), el capitalismo y, como no, la globalización de los mercados.

Mi análisis surge a raíz de la enorme sorpresa con la que me encontré el pasado domingo, al leer las páginas salmón del periódico. En este caso, se trata de El País de los Negocios. La verdad, siempre he considerado la lectura económica como un auténtico aburrimiento, debido al hecho de que, normalmente, nos abasallan con terminologías y procedimientos que, sinceramente, no nos aportan demasiado. Es un conjunto tradicionalmente de celulosa manchada de ingeniería financiera, cuyo fin, creo yo, es el de hacer que lector tampoco se entere demasiado de lo que ocurre.

Pues bien. Mi gran sorpresa fue leer que hoy, en concreto, se culpa de la crisis a un grupo restringido de personas. Sí, como lo oyen, la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión es responsabilidad directa de número limitado a menos de cien personas: los grandes directivos de las mayores entidades finacieras estadounidenses. ¿Por qué me sorprendí? Resulta que este mismo concepto lo expresé en su día, ignorante de mí, al ver cómo funcionaba el sistema de incentivación de los ejecutivos en la gran empresa.

Lo que más gusto me da es que, por fin, se habla de casta, un término que yo había oído tan sólo en Italia, en ese caso referido a la clase política. La casta en su sentido peyorativo, donde existen los intocables.

Resulta que esta tropa de energúmenos se ha aprovechado de la gran debilidad del sistema ultraliberal acentuado por la administración Bush. Los hombres al mando de las grandes entidades financieras se aprovecharon de dos factores cruciales.

El primero es consecuencia directa de un mercado esclavo de la bolsa. Hay que dar resultados y hay que darlos ya. Eso significa que es importante manejar las cuentas de forma tal que los activos sean cada vez mayores. Por eso mismo, el sistema crediticio permite crear activos tóxicos. Habéis oído hablar todos de las hipotecas subprime, supongo. Se está hablando de créditos de alto riesgo que se convierten en activos para la entidad, con lo cual, en sus cuentas, garantizan un mejor balance. De ahí que, en Estados Unidos, los grandes fondos de inversión impregnaran sus cuentas con estos virus en potencia.

Por otro lado, y esto sí que es magistral, estos ejecutivos, al hinchar las cuentas con productos que no existían (como se revelaría más adelante), engordaban brutalmente sus remuneraciones, indemnizaciones incluidas. Vamos, se preparaban la salida de emergencia cuando las cosas se pusieran mal. De hecho, están todos fuera ya.

Todo esto es fruto del resultado por el resultado, sin ningún tipo de responsabilidad, no tanto hacia la sociedad (esta gente no tiene escrúpulos, no seamos ingenuos), sino hacia sus accionistas, los mendas que allí los han colocado. Si Lehman Brothers cierra, pues problema de sus directos inversores, los socios, vamos. Eso sí. Con la firma, se van al garete los ahorros de millones de pequeños inversores, también en España y el resto de Europa. Y aquí viene el nexo con nosotros, los que vivimos al otro lado del charco.

Tengamos presente lo ocurrido en los últimos años en España, sin ir más lejos. Burbuja inmobiliaria, consolidación y crecimiento de las entidades bancarias (Santander es un monstruo a nivel mundial), mercado hipotecario a pleno rendimiento, etc. Todo, absolutamente todo, está conectado entre sí.

Por un lado, la construcción sigue a pleno ritmo, también porque los bancos se asocian a los constructores y son benévolos a la hora de conoceder hipotecas a los consumidores. Pero no sólo a ellos, también a las contratas. Es así cómo se construye. De hecho, empieza una guerra de ofertas para ganar el mercado de las hipotecas con ofertas cada vez más ventajosas. También es verdad que, antes de la entrada en vigor de la moneda única, el Banco de España debe llegar a un tipo de interés oficial del 3%. El dinero es más baratos y la gente puede acceder a préstamos más rápida y fácilmente.

Después, el Banco Central Europeo empieza, poco a poco, a subir los tipos de interés, pero la situación sigue bajo control. Peor era cuando no estaba el euro en circulación. En algunos países, los tipos estaban por encima del 10%.

Pero los tipos de interés no afectan exclusivamente a las hipotecas. Afectan también los préstamos personales, las financiaciones (coche, lavadora, vacaciones al Caribe...) y todo tipo de producto crediticio. Con lo cual, comienza la proliferación de productos de dudosa calidad para las entidades financieras. Tened en cuenta que todo banco dispone de un fondo, por así decir, de morosidad. De hecho, el índice de morosidad de un banco es un dato importante para conocer su solidez. En fin, que la gente empieza a abusar de tarjetas de crédito de pago fraccionado (entre el 24 y el 35% de intereses, señores), créditos expeditivos (6.000 euros en cinco minutos...), etc.

Por otro lado, y es lo más grave, las entidades finacieras, acostumbradas a prestarse el dinero entre sí, usan nuestro dinero (lo que ganan de las hipotecas, nuestros ahorros, porque el dinero que tú tienes en el banco no se queda allí, por supuesto, en una gigantesca caja fuerte). Empiezan a invertir en fondos de alto riesgo. ¿Por qué? Pues porque dan más dinero y a más corto plazo.

Como si no fuera poco, pasa el 11 de septiembre y la situación internacional se hace cada vez más inestable. Hasta tal punto que Bush empieza su propia campaña bélica, primero en Afghanistán y, luego, en Irak. El precio del petróleo comienza a subir. También sube, y es una paradoja, el precio de los materiales vegetales que se utilizan para la producción de combustibles verdes (tipo el maíz) y se crea hambruna en países del Tercer Mundo, que ya no pueden abastecerse como antes. Todo esto empieza a notarse en la inflación, que, como espumilla, empieza subir poco a poco. Qué pasa. Pues el consumidor empieza a no poder gastar como antes. En algunos casos, sus productos financieros tan baratos y fáciles de conseguir se convierten en imposibles de pagar. Las hipotecas basura pierden su propio combustible, las entidades empiezan a no poder pagar a las que les habían prestado dinero, y éstas, a su vez, ya no sueltan más mantequilla, pero se quedan con deudas monstruosas, ya que cierran el grifo de la liquidez.

Resultado: ¡crisis! ¡Coño! Que nadie tenía dinero... Era todo un farol. Pues sí, efectivamente. Era todo un farol. Y ahora tenemos a un grupo de multimillonarios riéndose de todos nosotros, tras haber hundido sus empresas y cobrado indemnizaciones entre los 17 y los 150 millones de dólares cada uno. ¿Qué os parece?

Ya lo sé. Este análisis es muy simplón, pero creo que el propio resultado es escalofriantemente simplón. Lo que pretendo decir es que este maravilloso sistema que tanto nos han vendido como el mejor del mundo está agotándose. Lo dice, por ejemplo, Jeffrey Williamson, de la Universidad de Harvard. Hay que leer su entrevista, de verdad.

Lo que nos viene a explicar es que, si no salimos de esta dinámica, ésta es solamente la primera de una larga serie de crisis. Yo añado que el ultraliberalismo ya no se sujeta. Como sociedad, al fin y al cabo, nos queda un único objetivo: la prosperidad generalizada. Entonces es cuando todo funciona. Con tal de ganar dinero, las empresas se han transformado en rehenes de esos directivos que ellas mismas habían elegido por codicia. La codicia de unos pocos le ha ganado la batalla a la codicia de otros pocos.

Lo siento mucho por todos aquellos que creían que el sistema capitalista iba funcionar para siempre. Lo siento por los embajadores de este liberalismo ignorante (por cierto, Doña Esperanza, para ser liberales hay que tener una tradición liberal y no feudal).

Es bastante irónico comprobar que la mejor solución al problema es una herramienta típicamente socialista: la nacionalización. Estas inmensas inyecciones de fondos públicos (nuestro dinero, todo sea dicho) por parte del país anticomunista por excelencia, seguido por todos los demás, es una medida que le ha provocado escalofríos a más de uno. No me extraña que la primera versión del plan Bush fuera rechazada por el Congreso de Estados Unidos. Un representante republicano dijo que no entendía por qué había que ayudar a estas corporaciones, cuando nadie ayuda a la pequeña empresa. Se va en bancarrota y ya está. Tiene un fondo de verdad muy importante. Lo que ocurre es que no hay capitalismo que pueda evitar la intervención del Estado. Y ésa es su gran derrota.

En Europa, somos menos quisquillosos, en este sentido. Nacionalizar y privatizar son procesos que intervienen periódicamente. No nos asusta tanto, sobre todo porque aún (si los ultraconservadores lo permiten) tenemos claro nuestro mayor logro: el estado social, también conocido como del bienestar.

Zapatero, cuya formación económica rima con su apellido, tiene cierta suerte. También es irónico. Cuenta con el apoyo político de los bancos (Botín por encima de todos). Acordaros de lo que os digo: Zapatero ganó sus primeras elecciones no por el 11-M, sino por los bancos, acojonados y molestos con el PP por su actuación en "alguna" fusión. Y los bancos tienen a Zapatero agarrado por los ... sí, sí, los cojones. Merece la pena leer también este artículo. Es muy explicativo de la situación política española.
ZP y Botín se sonríen mutuamente. ¿Se besarán?

El figura, Angelo Mozilo ¿Planes de futuro? Depende. Si se garantiza un cambio proteccionista del bienestar, entendido como de responsabilidad empresarial, en el que un Angelo Mozilo cualquiera es penalizado por su comportamiento poco ético. Si se trabaja sobre una globalización en la que su único fin es el de garantizar la prosperidad de los países más rezagados, incluidos aquellos que hoy se enfrentan al modelo occidental (ver mundo islámico, aislado económicamente), para que no exista un enemigo ya, al más puro estilo Guerra Fría. Si se transfiere la responsabilidad de la economía a la productividad y no a los casinos modernos (las bolsas) y se consigue distinguir entre producción material y de servicios, pues, a lo mejor, algún tipo de esperanza sí que existe.

Si, por el contrario, seguiremos atados al modelo ya caduco del capitalismo porque sí y no obstante todo; si no aprendemos del duro camino que tuvo que recorrer Occidente desde la Revolución Industrial (Doña Esperanza, haga clic en el link, se lo recomiendo), por el que se dejaron la piel millones de obreros, pero por el que, después de mucho esfuerzo, encontramos un vía laboral aceptable, con seguridad social, protección de los derechos y una vida digna, entonces éste es sólo el principio.

De todas formas, yo creo que los políticos no son tontos. En cuanto levantemos nuestras armas para hacernos con el Palacio, entenderán el mensaje. Es metafórico, por supuesto. Pero es verdad que, en cuanto el descontento alcance límites insoportables, habrá un cambio. Porque no quedará más remedio, pero eso es lo que se denomina tropezar con la misma piedra. Porque las soluciones de última hora, normalmente, son paliativos que entrañan más riesgos que certezas.

Como dice Obama, We need change... Pero un cambio profundo en nuestra forma de ser sociedad.

martes, 14 de octubre de 2008

El valor de las palabras...

Admito que la idea no es mía. De hecho, es de La Huella Digital, pero, claro, me ha llamado mucho la atención. Resulta que hay una empresa que se dedica a calcular el valor de las páginas en Internet.

Leyendo lo que vale La Huella (267.475 dólares), me ha entrado el gusanillo. ¿Cuánto valdrá mi blog? Aquí, abajo, podéis encontrar la respuesta. Poneros en contacto conmigo si os apetece comprar palabras sin techo.



This website is worth

What is your website worth?

jueves, 18 de septiembre de 2008

Una capriola



Una capriola, una voltereta, a los treinta y tres años no es moco de pavo. Es un ejercicio más bien de chiquillo y Alex es un niño chico. El aire que él desplaza con ese gesto es aire de amargura que, por fin, se va, atónito, casi sorprendido por la forma en la que debe abandonar el teatro de los espíritus malignos que, hasta esa noche, habían acompañado cada minuto de obrero balompié.

La voltereta la acompaña un grito, teñido de emoción, como la que compartíamos cuando los partidos no se veían por la televisión; los del miércoles, no. Ese acto de alegría nos hace olvidar los campos perdidos de la mano de dios, donde Alex era casi una atracción circense para los presentes, acostumbrados a verle triunfar a 24 pulgadas. Por fin, se confirma. Pagamos el rescate.

Lo que la voltereta nos hace entender es que, sin querer, de manera totalmente inesperada, el infierno nos ha devuelto la misma ilusión de antaño, en ese mismo campo, ahora olímpico, tan chico, de tan gratos recuerdos. Hoy, nosotros no vivimos el frenesí imperial de los colosos, construidos a base de cromos dorados. No. Nuestro sueño es distinto. Vivimos una fiesta colectiva, con las mismas ganas que teníamos al golpear una pelota en alguna cancha de asfalto, al lado de la iglesia, o en un oratorio de la periferia.

Esa voltereta de este niño chico es simplemente la constatación que tanta mierda nos ha devuelto nuestra infancia. Y, cuando eres niño, todo es posible. Absolutamente todo. Por lo menos, Alex puede soñar ser Alex otra vez, nuestro capitán. Con treinta y tres años, casi cojo. Con una voltereta. Da igual.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Cuarenta


¡Joder! Me encuentro ante un dilema. No sé si alegrarme o morirme de asco, tras cumplir, hace un par de días, cuarenta años. No hablo de la famosa crisis de los cuarenta, la verdad. Ésa la viví hace un par de años. Eso significa que me llevo… ¡dos años de ventaja a mí mismo!

No. Lo que quiero decir es que no sé si alegrarme o quejarme a gusto, como hace la gran mayoría de la gente; y lo hace así, con tal de tocarle los huevos a la humanidad. Y tendría todo el derecho del mundo, ya que, yo, quejarme, lo que se dice quejarme, no lo hago mucho. Asumo, protesto, me convierto en el “pitufo gruñón” (NL dixit), pero no me quejo.

Supongo que no lo hago porque no cambiaría ni un ápice de mi vida. Nada. Me volvería a meter todas y cada una de las leches que me he metido. Repetiría cada uno de los errores (y son muchos), con tal de estar donde estoy hoy. A pesar de los pesares.

Quiero alegrarme y seguir fardando de edad y de experiencia. Pero lo hago, pequeños saltamontes, porque me gusta reírme un poco de vosotros. Porque la experiencia es una falacia; una mentira dogmática tan falsa como el mármol de una iglesia. Es un culto hedonista por el que el empeño atávico a tropezarse una y otra vez sobre la misma piedra se convierte en sacramento, al que los pequeños saltamontes acuden, como rito espiritual, con el único fin de poder también hacer lo mismo, una vez cumplido el Gran Sacrificio, la Prueba Única: el haber aguantado durante años a los viejos cascarrabias como yo.

Si eso no es ser dios, es sin duda lo que más se le acerca. Encima, no te hace falta demostrar tu poder. Los saltamontes creen. Punto. Dogma. Misterio de la fe.

Si todo esto me da ganas de ensalzarme aún más ante vuestros ojos, todopoderoso, por otro lado, me doy cuenta de todo lo malo que conlleva llegar al país de la “mediana edad”.

Es molesto levantarte una mañana y descubrir que tienes una extraña sensación, tan cercana al horroroso sabor de boca (acompañado por el correspondiente aliento) de una resaca. Pero es que es así. Porque sabe (y huele) a ¡victoria!

Has cumplido con tu cometido. Te despiertas y miras a tu lado y descubres que la belleza existe. Con tu mismo sabor de boca (y aliento…), la belleza descansa a tu lado y ha conseguido que descansaras, pasara lo que pasase, independientemente de la hora a la que te acostaste y de la mierda que te tragaste el día anterior. Mierda en forma de liquido adulterado y, por encima de todo, mierda metafísica.

Te das cuenta de que te estás convirtiendo en un “sensiblón” (Blunt dixit) y que, ¡joder!, te mola Viva la vida de Coldplay. Te encanta. Hasta he declarado que es una canción para la historia. Es la señal. Algo falla. Algún engranaje (como es normal a los cuarenta) ya no gira con la misma precisión. O, es posible, percibes una extraña luz que sigues por inercia; luz que te lleva al siguiente nivel catártico, por el que Sonic ya no persigue anillos esparcidos por el camino. Ya le has ganado al chiflado profesor.

¡ES QUE COLDPLAY NO ME MOLABA UNA MIERDA! Y ahora tienen la canción del siglo… Dios, perdóname, te lo ruego. Y cuando hablo de Dios, me refiero al único: Eric Clapton (época Cream, of course). Clapton is God, para los ignorantes. Luego, claro, me doy cuenta de que Dios, en su sabiduría inmensa e infinita, ya me mostró el camino, que yo no entendí en su momento, cuando grabó con Baby Face (¡manda cojones!). Change the World, decía la canción… Por algo sería. Supongo que es la teoría del caos, en su variante MPEUP. ¡Sí! MPEUP. Es una ley de la física que explica lo inevitables que son las cosas. Es la ley de la MIERDA PINCHADA EN UN PALO.

Así que por la Ley de MPEUP, hasta Factor X tiene su sentido. Y me convierto en un ser tolerante, menos bronco, más abierto ante las posibilidades que me brinda la alimentación por medio de líquidos pastosos a base de sucedáneos de verduras y legumbres. Empiezo a vislumbrar la magia tras los anuncios de Ocaso. Pero, más grave aún, siento un escalofrío recorrer mi espalda. Es la reacción epidérmica al hecho de que mi balance, de momento, no está en números rojos. Al revés. Estoy satisfecho. Porque, con alguna que otra cicatriz y un poco de suerte, la belleza sigue allí, todas las mañanas, dormidita a mi lado.

Pero, a pesar de que mi corazón se haya ablandado (¡puto Coldplay!), no quiero que los pequeños saltamontes se hagan muchas ilusiones. Al final, esto es un cóctel. Y de los buenos, amargo y dulce, como manda la receta. Estáis invitados.

martes, 1 de julio de 2008

¡Va por Ustedes!

Bueno, voy a aprovechar la ocasión para postear después de tantos meses de inactividad absoluta, debida a las miles de cosas que he tenido desde enero. Vamos, creo que la ocasión lo merece, ya que a uno no le despiden todos los días.

Efectivamente, después de cuatro años y medio de duro trabajo, la empresa por la que trabajaba decidió, la semana pasada, prescindir de mis servicios. La pena es que se les olvidara avisarme. Si no llego a llamar yo para saber por qué no había cobrado mi para nada merecido sueldo (según parece…), no me entero de que estoy en la calle.

Ahora, empieza una nueva etapa personal y, por supuesto, profesional. Personal porque voy a adentrarme en el maravilloso mundo de las demandas judiciales. Profesional, porque creo que ha llegado la hora de dedicarme a todo lo que realmente me gusta, sin miedos y sin los reparos típicos de “¡joder! Hay que comer…”.

Lo que sí me acompañará siempre es la lista increíble de mensajes de solidaridad recibidos en menos de 24 horas. Hasta con aquellos con los que no hablaba desde hace tiempo han tenido tiempo para pegarme un toque, mandarme un mail o escribirme un sms. Un detalle, pero de ésos que te llenan por dentro.

Así que me siento bien, a pesar del palo recibido y del método empleado por mi ex empresa para deshacerse de mí. Esta mañana me he despertado pensando “¡qué bien! No tengo que abrir el correo electrónico…”. Pequeñas satisfacciones, señales de que las cosas sólo pueden ir mejor. Me siento libre…

Por último, este italiano quiere felicitar a todos los españoles por el magnífico triunfo de la Roja en la Euro 2008. Ha ganado el mejor y es bonito ver cómo la gente se deja llevar por las celebraciones y la alegría. ¡Disfrutad!

miércoles, 23 de enero de 2008

Por lo menos, todavía me queda mi música…




Éste no es un auténtico homenaje. Hace un par de días murió Bobby Fischer. Supongo que, para algunos, este nombre no significa mucho. Fischer fue el mejor y más excéntrico jugador de ajedrez que el mundo haya conocido jamás. Ni el propio Garry Kasparov se atrevería a compararse con él, aunque haya tenido todavía más éxito que este americano, hijo de judíos alemanes.

Fischer rozaba la locura. Se permitió el lujo de no participar en un Torneo de Candidatos al título mundial por el mero hecho de que una de las partidas se iba a celebrar en Sabbath, y, años más tarde, imprecar con frases claramente antisemitas.

Fue un niño prodigioso. Fue el Gran Maestro más joven de la historia del ajedrez. Destacaba también cuando perdía. En un torneo en Buenos Aires, en el que, la verdad, su actuación fue opaca (pero era todavía muy joven), un aficionado le felicitó por su victoria, alegando que fue una gran partida. Fischer le contestó “y tú ¿cómo lo sabes?”. Estaba claro que se refería que nadie en este mundo podía entender su ajedrez.

Este personaje intentaba mantener su cordura delante de un tablero. Regaló a todos los aficionados de este deporte (sí, es un deporte) algunas de las más increíbles y memorables partidas. Lo suyo era arte. A lo mejor, su ajedrez era fiel reflejo de su locura. Pero está claro que sus pensamientos turbulentos se canalizaban en las piezas.

Cuando jugó el Match del Siglo (Campeonato del Mundo de 1972, Reykiavik), perdió sus primeras dos partidas con Spassky; la segunda por no querer jugar ante las cámaras de televisión que le distraían. Luego ganó nueve y se hizo con el título que, en el fondo, era suyo por derecho adquirido. Fue su fin como deportista de élite. Según mi modesta opinión sabía muy bien que nunca hubiese defendido ese título ante nadie. Ya lo tenía. No le hacía falta revalidar algo que le pertenecía.

Qué irónica es la vida a veces. Su título fue, para Estados Unidos, una victoria moral en plena Guerra Fría. Por fin, un occidental rompía la hegemonía soviética en el ajedrez. Y, más de veinte años más tarde, ese mismo hombre y símbolo de su país se convertiría en uno de sus mayores críticos.

Esperpéntico, odioso, maleducado, presumido. Pero, sin duda alguna, un poeta con el tablero, maestro entre maestros de la Ruy López o de la Siciliana. Reproducir una partida de este hombre es como entrar, de alguna forma, en sus pensamientos y descubrir qué difícil es entender la mente humana. En el fondo, luchaba contra él mismo.

Recuerdo leer una de sus partidas, cuando él tendría unos quince o dieciséis años. Era una simultánea con no sé cuántos oponentes. Ésa fue memorable porque ganó con un precioso sacrificio de Dama. Ni despiste del adversario ni error ni nada. Sencillamente, una jugada que nadie vería.

Supongo que perder contra él tenía que ser algo normal. Como dijo Taimanov, Gran Maestro y conocido pianista de la época, tras ser vapuleado por Fischer, “por lo menos, todavía me queda mi música”.