miércoles, 26 de agosto de 2009

No te rindas (XV)

XV. Alberto y la participación
La empresa moderna requiere participación. Las decisiones, en la empresa, se toman en base a una cultura determinada que impulsa la actividad de abajo a arriba. Todo empieza desde abajo, porque todo el mundo es importante y todo el mundo tiene que aportar, da igual el puesto que ocupe. Alberto cree que la cultura en la empresa es una solemne gilipollez.

La organización de una empresa ya no es vertical. Funciona por un sistema de matriz en el que se crean las sinergias entre distintos empleados de distintos departamentos, con el fin de afrontar cada problema, cada situación, de forma específica pero dentro de la identidad de la empresa y a través de una cultura proactiva. Los cargos intermedios ya no lideran un departamento o un área específica, sino que se convierten en estimuladores de ideas a través de los grupos interdepartamentales. Todo el mundo conoce lo que hace el otro, todo el mundo participa en las decisiones. Alberto sabe que, si no ejerce un control directo, no van a ser las matrices que añadan eficacia al departamento financiero.

El concepto de candor, o el desafío constructivo a la leadership, es crucial y hay que estimularlo, para que el manager (o cargo intermedio) y el ejecutivo no se queden estancados en el proceso de renovación de la empresa. Si cualquiera dentro de la organización considera que algo está mal y, por supuesto, ha contemplado alternativas válidas, tiene el deber de desafiar el establishment para abrir un debate interno que sólo puede beneficiar a la empresa. Alberto tiene clarísimo que él es quien decide qué está bien y qué está mal en su departamento. Para eso le pagan, para tomar decisiones y asumir sus responsabilidades.

En este paradigma de participación colectiva, el cargo intermedio se convierte en coach – entrenador – y su obligación es fomentar la creatividad y el debate interno. No puede desaprovechar las ideas de sus subordinados, para no quedarse él obsoleto en la estructura. Alberto nunca ha recibido una sola idea de los miembros de su departamento. Alberto se pregunta por qué. Si tanto se fomenta el comportamiento proactivo, apoyado por la cúpula, por qué ningún subalterno le ha planteado nunca alguna mejora, algún proyecto, alguna consideración o sugerencia. ¿Por qué nadie participa en su departamento?

Alberto considera que ha llegado el momento de tener una reunión con su departamento. Es posible que Alberto nunca haya organizado una reunión con su departamento. Pero no es excusa. Él ha formado y moldeado a prácticamente cada uno de los miembros de su equipo.

Alberto comprueba el calendario de Outlook de todos sus subordinados. Crea una convocatoria y la envía con la opción “asistente necesario”, para enfatizar el concepto de obligatorio.

Outlook también le recuerda, por las negritas, que tiene siete mensajes de Facebook sin abrir. Alberto abre Facebook y se da cuenta de que el número de amigos ha crecido a veinticuatro. Tras una pequeña pesquisa, constata que su secretaria es la única de su departamento que no está entre sus amigos. “Buscar amigos” le permite comprobar que ella no tiene Facebook. Muy serio, Alberto le envía una invitación y, para remarcar que “tiene” que tener cuenta, le envía, además, un mail por el que le aconseja crearla. Prioridad corporativa, alega.

Outlook confirma que todo el mundo está aceptando estar en la reunión. Más les vale, opina Alberto. Mientras tanto, la secretaria de Alberto parece haber abierto una cuenta bastante pobre en información en Facebook, aceptando, al mismo tiempo, la solicitud de amistad de su jefe. Alberto le sugiere, anonadado por el dominio adquirido de las herramientas de Facebook en tan poco tiempo, que todos los miembros de su departamento sean sus amigos.

Alberto va un paso más allá. Envalentonado, crea su primer grupo. El grupo del departamento financiero de la empresa en Madrid. A lo mejor, si la experiencia tiene éxito, propondrá crear uno a nivel mundial. Todos los financieros de la compañía conectados a través de Facebook. Mejor todavía: no lo sugerirá, lo hará él mismo, directamente.

Alberto se fija en la actualización de estado de Jorge: “cansado después del concierto, y hoy toca currar”. Alberto se fija en la foto del perfil de Jorge. Sonríe, guitarra en mano. ¿Cuándo aprendió a tocar la guitarra? ¿Es la música una afición para Jorge? ¿Querrá ser músico profesional? “¿Qué quieres hacer con tu vida, Jorge?”, comenta Alberto en el muro de su hijo.

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No te rindas by Marco Odasso is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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