lunes, 15 de febrero de 2010

Que me han pillado desprevenido...

Vale. Es verdad. Los mercados están cambiando, la situación económica es la que es. Por supuesto. Sin embargo, cuando oigo o leo que algún sector está buscando un nuevo modelo de negocio, me pregunto si tenía alguno para empezar.

No es que las cosas hayan cambiado tanto, sinceramente. Lo que ocurre es que un proyecto empresarial que se precie debería diposner de un plan a largo plazo para su actividad. Ese plan tiene que ser algo flexible, que entienda las tendencias de mercado, porque el producto, al fin y al cabo, hay que vendérselo a alguien. ¿O no?

Pongamos el caso de la televisión. Mercado grande, importante, que mueve bastante dinero y del que dependen otros sectores (véase cine, por ejemplo). Pues bien. Llevamos hablando de digitalización y de apagón analógico unos cuantos años ya. No es la primera vez que escuchamos que las audiencias se fragmentan por una mayor oferta. Todo el mundo sabía de antemano que el pastel de la publicidad iban a repartírselo más operadores.

Luego llega el "nuevo modelo" de TVE. Nada de anuncios, que si las telecos y las cadenas privadas pagan la cuenta... Ahora, tampoco está muy claro. Nuevos modelos de negocios búscanse...

Los contenidos... Más de lo mismo. Internet, según parece, llegó antes de ayer, sobre las 13.45, sin que nadie supiera nada. Resulta que me encontré con un módem en mi casa que me permite una conexión de 20 Mbps. ¡Leches! Me meto y resulta que hay una página en la que la gente cuelga vídeos, que puedo escuchar música y que, ¡horror!, hay gente muy mala muy mala que sube sus contenidos para compartirlos con los demás. Son piratas. Se ha avistado alguna bandera con calavera en el horizonte. Todo esto en menos de dos días... Increíble.

También es del domingo que la gente puede comprar unas pedazo de pantallas planas de 6.300 pulgadas con 18 altavoces para escuchar sus pelis en sistema Surround y requete Surround, con su copita, su cigarrillo y sin tener que pagar un duro para ver una copia hecha un asco porque al dueño del cine de turno no le da la real gana de cambiar la puñetera bombilla. Sitio en el cual la palabra trapecio adquiere un sentido muy amplio, con una relación de aspecto de 2:35, más o menos... Por cierto, los hay que dicen que en sus pantallas gigantescas ahora empiezan a aparecer cosas raras. Que si una ranura que pone USB, que si una cosa que se llama Güifi...

¡Por Dios! Hasta las consolas de videojuegos se han vuelto locas de repente. Resulta que, cuando se enteraron de que antes de ayer llegó Internet, empezaron como locas a conectarse. De repente, desde la PS3 hay que gente que accede a un videoclub.

Ya lo último fue cuando me raptaron y me metieron en un cine (esto fue ayer a última hora) y, encima, me obligaron a ponerme unas gafas. Jo, qué miedo... Las cosas que salían de la pantalla me asustaban. Menos mal que tenía mis cinco quilos de palomitas y mi súper extra gigantic refresco. Si no, no sé cómo huebiera sobrevivido a la experiencia. Creo que tengo Síndrome de Estocolmo...

¿Nadie se ha parado a pensar que existe un hilo conductor en todo este caos? ¿Dónde está el modelo de negocio en esta lista interminable de bandejas por las que escoger qué consumir?

A ver, voy a pensar un momento. ¡Coño! ¡Ya está! Creo que lo tengo... ¿No será que el contenido sigue siendo lo que importa? Menudo cambio de modelo de negocio...

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