sábado, 11 de julio de 2009

Cuestión de tipo

Point size comparison of the typefaces Georgia...Image via Wikipedia

Abrimos un nuevo documento de Word. Empezamos a escribir en nuestro documento en blanco, cuya visualización nos recuerda la hoja, pero ésta es virtual. Mientras redactamos, estamos trabajando con algo que forma parte de nuestras vidas, aunque no nos demos ni cuenta. O sí... Estoy hablando de las tipografías, las fuentes, los caracteres, con o sin remate.

Si estamos trabajando en una versión anterior a Office 2007, por defecto, escribimos en Times New Roman. Si, por el contrario, disponemos de la última versión de la suite de ofimática de Microsoft, empezamos con la fuente asimétrica y sans-serif, Calibri. En fin, que terminamos y decidimos, dependiendo del tipo de documento, qué fuente vamos a utilizar. La que nos gusta más, que nos hace sentir más cómodos.

Pero volvamos a la Times New Roman. Nadie sabe que este tipo de fuente lo diseñaron Stanley Morison y Voctor Lardent para el periódico The Times. Fue en 1931 y todo a raíz de un artículo del propio Morison, en el cual criticaba duramente el periódico por utilizar unas tipografías malas y anticuadas. Como la fuente utilizada por el Times se llamaba Times Old Roman, pues él la nueva la llamó Times New Roman.

Todo este preámbulo para decir dos cosas. En primer lugar, que detrás de una tipografía existe un mundo casi siempre desconocido para el lector. Es el de los diseñadores de fuentes, con sus corrientes, sus "talibanes", sus puristas, sus innovadores. ¿Por qué? Pues porque detrás de un libro, un documento de Word, una revista, un periódico, un anuncio en la calle, cualquier lugar en el que hay que leer un mensaje, existe alguien que se preocupa de que eso se lea, sea legible.

Son unos artesanos, capaces de crear sus caracteres en madera, esculpiéndolos, letra a letra, antes de pasarlos a papel, con el único fin de que nuestros mensajes, nuestra comunicación sea comprensible. Detrás de esos símbolos, las letras, hay enfermos de la legibilidad, y, sin su enfermedad, valdría cualquier cosa.

La segunda es que estoy leyendo un libro estupendo, capaz de revelar, justamente, lo que se esconde en ese mundo de los diseñadores de fuentes y el porqué de tanto afán para conseguir una mejor legibilidad. El libro es ¿Qué ocurre mientras lees? Tipografía y legibilidad, de Gerard Unger, uno de los diseñadores de tipografías más importantes de la era actual.

Así que, cuando leamos, paremos un momento y apreciemos el trabajo de algún artesano que ha logrado que nos costara menos disfrutar de nuestra lectura.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

para tipo el mio, chaval, un tipín!