jueves, 11 de octubre de 2007

Genova per noi



"Con esa cara un poco así
Esa expresión un poco así
Que ponemos nosotros antes de ir a Génova
Y cada vez nos preguntamos
Si ese sitio al que vamos
No nos traga y no volvemos más
"


Entender Génova es complicado, empezando por un dialecto extraño, robado en parte al francés y con un acento con vagos matices sarracinos. Perezosamente, Génova se ve empujada por el monte hacia el mar, pero mira siempre hacia el interior. Ciudad obligada a buscar su fortuna en el Mediterráneo, Génova ama profundamente las terrazas esculpidas por estoicos agricultores; terrazas en las cuales crece el olivo, pero sobretodo el baxeicou (la albahaca), su auténtica esencia, única en el mundo y que al buen genovés, fuera de sus calles, le sabe a menta.


"Y, sin embargo, parientes somos un poco
De esa gente que está allí
Que como nosotros es a lo mejor un poco selvática
Pero el miedo que nos da ese mar oscuro
Que se mueve también de noche
Y no está quieto nunca"



Génova, cuya fortuna siempre ha dependido del comercio, es un lugar en el que las putas saben a exótico y los callejones están hechos para el contrabando de transistores y tabaco. Ella se ríe del miedo a lo desconocido, cuando su centro ha estado siempre poblado de africanos, de árabes, de los propios genoveses, ya de por sí seres poco convencionales, que sobreviven gracias a su eterno sarcasmo.

"Génova para nosotros
Que estamos al final de la campiña
Y tenemos el sol en la plaza pocas veces
Y el resto es lluvia que nos moja
Génova, decía, es una idea como otra

………………………………………..
"



Desde su puerto ya casi apagado, se abren calles majestuosas, teñidas por los colores de palacios espléndidos, recuerdo de una burguesía que surgió antes de tiempo gracias al comercio con moros y cristianos. Comerciaba con ambos a la vez, para mantener un justo equilibrio, de forma que siguiesen matándose entre ellos. Porque Génova fue ciudad de dineros.


"Pero esa cara un poco así
Esa expresión un poco así
Que tenemos nosotros mientras miramos Génova
Como cada vez la olisqueamos
Y cautos nos movemos
Un poco vagabundos nos sentimos
"

Los mercados se distinguen por el griterío continuo de sus comercios. Venden fruta, verduras de la tierra y pescado, el poco que queda en un mar pobre, ya agotado. El centro histórico se caracteriza por los paños blancos tendidos encima de cuerdas que unen los edificios, casi fuesen amplificadores de las chácharas de mujeres gordas, que se saludan y se cuentan su vida de ventana en ventana.



"Macaia (1), mono de luz y de locura,
Bruma, peces, África, sueño, náusea, fantasía.
Y mientras en la sombra de sus armarios
Guardan linos y viejas lavandas"




Pero la gente, en Génova, no es abierta con el que viene de fuera. De hecho, no es abierta con nadie y te invita en sus casas raras veces. Cuando lo hace, llegas a conocer el olor intenso de su cocina y escuchas el lento machacar del mortero mientras se hace el pesto. Te das cuenta de que la superstición es lo más importante durante el rito de coser la carne para preparar la cimma, el más querido de los platos, el que se ofrece en las bodas y que el primer corte sólo lo puede efectuar el novio.

"Déjanos volver a nuestros temporales
Génova, a los días todos iguales
En una inmóvil campiña
Con la lluvia que nos moja
Y las gambas rojas son un sueño
Y el sol es un relámpago amarillo en el parabrisa"


Sin embargo, cuando has visto Génova, al irte no puedes evitar sentir cierta melancolía. Echas de menos ese parloteo musical, cínico y ruidoso. Te preguntas qué es lo que se esconde detrás de esos muros renegridos por la salada humedad que viene de la costa. Te queda la impresión de no haberlo visto todo. Sobre todo, piensas que no lo has entendido todo.


Recuerdas la Lanterna, el faro de Génova, su símbolo que todo el mundo conoce y que el emigrante se lleva hasta la tumba, como cuenta la tradición. Es una ciudad de paradojas, en la que se une tristeza y alegría en una risa contenida, que sólo deja traslucir la ironía. Génova es la queja continua por el tráfico, en una ciudad donde el tráfico nunca ha tenido cabida. Porque sus calles llevan al monte, donde su gente se pierde y se encuentra con sí misma, con su tierra, dándole la espalada a ese mar, socio por conveniencia y necesidad, pero que muy poco le ha regalado a Génova y, lo poco que le ha dado, se lo ha quitado.


"Con esa cara un poco así
Esa expresión un poco así
Que tenemos nosotros que hemos visto Génova…

………………………………………..
"

Canción: Genova per noi
Música y letras de Paolo Conte (la traducción chapucera es mía).
[1] Calma chica (ausencia de viento en el mar) de Siroco (dialecto genovés).

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