lunes, 10 de diciembre de 2007

Muere, Navidad

Se acerca la Navidad, ese momento en el que nos dejamos llevar por viejas leyendas que nos hablan de hechos ocurridos hace más de dos mil años. Nos dejamos embaucar por el mito de amor, paz y alegría. Somos incapaces de ver que el marketing eclesiástico, místico, nos lleva por la senda equivocada.

Nadie se acuerda de la gente que sufre en el día a día. Nadie piensa que tanto despliegue eléctrico supone una herida para aquel que no puede pagar el recibo de la luz. Nadie piensa en que alguien se ha quedado sin medios para sustentarse, justamente en esta fechas tan deliciosas, como el mazapán.

No, la culpa no es de nadie. Nadie es responsable de que haya gente perdida en el olvido, y de que esa metáfora tan grotesca de buscar un lugar donde quedarse y dar a luz es la parodia de lo que le ocurre al que busca su gruta todos los días. Sin estrella por encima que guíe a los Reyes Magos, a los pastores, a las ovejas.

Todo ocurre de golpe. Con un simple interruptor, la bondad se ilumina y la gente sonríe. Miles de niños se acercan a ver el espantoso espectáculo de muñecos deformes bailando sobre un techo, construido con dinero, fajos de dinero. Y nadie hace nada. Nadie lo para. Nadie agarra por el brazo al niño y le indica que eso está mal. Es más asqueroso y perverso que una película pornográfica, donde, al menos, algo real se puede ver, entre tanto gemir y vómito de semen.

Es un grito desesperado el que se debe escuchar. Porque cada signo de felicidad y placentero estar en familia es un navajazo en el estómago de mucha gente, más de la que podamos imaginarnos. Los hay que pasan sus peores vicisitudes en Navidad. Siempre, de forma tan periódica y exacta como la fiesta en sí, que, inexorable, no falta a la cita de cada año.

Entre tanta porquería y tanto asesinato de inocentes gestos cotidianos, ¿por qué alguien no mata a la Navidad? ¿Por qué no acaba con ella de una vez de una forma tan implacable como lo es ella?
Ya sé. Es que los seres humanos, de fe cristiana, son buenos en Navidad...